Laveles blancos y rojos,
solo aparecen y causan
asombro.
Claveles,
ribetes de sus ojos
que llenan con descaro
el escalofrio sordo.
Salen y bailan
y hasta la guitarra
se queda quieta
"pa" poder observarla.
Peina de plata,
bata de encaje,
azul locura
el de sus andares.
Y luego,
cuando el silencio
se hace dueño,
aparecen las sombras,
esas de volantes,
que suena solos
entre los encajes.
Coraje, temparemento,
pero en el fondo,
arte de puro talento.
Coraje, temperamento,
pero en el fondo
duende de terciopelo.
Y ahora,
cuando se le antoja
saluda el arte a la pantoja.
Saluda, entre los claveles
esos de su bata, que por
la noche duermen.
Saluda, entre su melena,
esa de su peina, que por
la noche clama.
Arte y poderio...
Se oyen a los lejos
luces de una alfombra,
parece clara y roja,
parece, pues es la bata
de la pantoja.
¡Bata,
camina sola para triana!,
entre el rocio seco
de la mañana.
Rosa Duende, Córdoba - España